A menudo observamos situaciones de vida en las que la confianza se ha roto. Promesas incumplidas, secretos revelados, responsabilidades eludidas, todos tenemos algún recuerdo de dolorosos momentos en los que habiendo confiado, fuimos defraudados. Esa es la condición humana, falible.
Solo podemos depositar nuestra total confianza en nuestro Dios que nos ama y nos cuida, velando siempre por nosotros. Las personas somos débiles, y el error nos hace precisamente, humanos. Pero el perdón hacia nuestro hermano. se basa en el modelo divino; nuestro Padre que nos cuida, y no nos abandonará.
En Dios podemos confiar, siempre estará para cuidarnos, nos guiará a lugares seguros, la Fe nos protege y sabemos que nuestro Padre Celestial no nos pierde de vista. La decepción no tiene cabida en nuestro vínculo con el Creador. Él estará allí para nosotros, nos entiende, nos observa y nos conoce, nos consuela, esta cerca nuestro y nunca nos abandona. Nos indicará un sitio de aguas calmas para nuestro reposo, nuestro corazón se aquietará y la paz del alma volverá a reinar en nosotros. Esto es lo que quiso expresar David en su Salmo, no importa cual sea la carga, Él te ayudará a llevarla, no importa cuál sea tu dolor, Él lo sanará. Porque Él es tu Pastor, y por ello, nada te puede faltar.
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